Pregunta:
En cuanto al aborto: Salmos 127:3,4 declara que los hijos son herencia de parte de Dios. ¿Sigue siendo así si una mujer es violada y los hijos son fruto de la violación?
Respuesta:
En primer lugar, es importante tomar en cuenta que este Salmo no está hablando del caso especial de los hijos que sean engendrados como consecuencia de una violación sexual.
Segundo, no hay duda que son bendición de Dios los hijos, tanto para la madre como también para el padre, pero en este contexto está hablando desde la perspectiva del padre (note con cuidado Salmos 127:4,5).
La trauma de la violación es comprendida totalmente quizá solamente por una mujer que haya sido víctima de ella. Por tanto, no debemos minimizar el impacto emocional y físico en la mujer violada o las dificultades que ella tenga que superar. Creo que es fácil imaginarse el obstáculo que haya para que ella no vea en el hijo (fruto de la violación) un recuerdo perenne de la tragedia sufrida. Por tanto, no pretendo que lo siguiente sea asunto fácil o desafío que uno desee buscar para su propia vida. No obstante, hay muchas mujeres que, por la gracia de Dios y el amor a la vida, han logrado superar esto y ver en su hijo o hija una vida creada por Dios y entregada en sus manos para amarla, cuidarla, criarla y convertir una tragedia en una bendición. Aún más para la cristiana y el marido cristiano que reciban la oportunidad de criar a su hijo o hija en el camino de Dios y lograr una victoria maravillosa sobre la maldad y Satanás.
Terminar la vida de un niño, sean cuales sean las circunstancias de la concepción, no es un derecho que le pertenece al ser humano.
Estoy de acuerdo que el caso de la concepción por causa de la violación es un acto aberrante y criar a un hijo bajo estas circunstancias es muy complejo, quizá demasiado complejo para algunas mujeres y su familia. No obstante, hay otras opciones que no terminen con la vida del niño inocente. Conozco a personas que nacieron bajo estas circunstancias y fueron entregados por su madre para ser adoptadas. Conozco personalmente a una que nació como consecuencia de la violación y su abuela maternal la tomó y la crió desde el momento de su nacimiento como hija suya. Esta niña ahora es médica cirujana. Conozco a otra que fue adoptada y llegó a dedicar su vida a la instrucción de jóvenes sobre la sexualidad legítima y abogar en contra del aborto y a favor de la adopción. Se pone como ejemplo. El caso es que hay opciones y no tenemos el derecho de quitar la vida al niño inocente.
Son casos difíciles en los cuales los cristianos debemos demostrar mucha compasión y paciencia para con la mujer violada. No pretendemos comprender lo que sufre ella, pero sí podemos compartir su carga espiritual, emocional y hasta económicamente. Algunos bien pueden ofrecerse como padres adoptivos mientras otros bien pueden ofrecer su apoyo moral, espiritual y económico para ayudarle a la madre joven (o quizá no tan joven) con la carga de la crianza de su hijo. La podemos defender en contra de las insinuaciones o críticas de otras personas que, a veces inculpan, en parte, a la mujer víctima por su situación.