Pregunta:
¿Si Dios pide una entrega total como desarrollarse el ser humano en lo profesional, también necesita tener una profesión ser un hombre preparado en algún campo de la vida, según el estudio del compromiso del discípulo?
Respuesta:
La entrega total del discípulo incluye el uso de su vida profesional para la gloria de Dios. Dios no exige que dediquemos todo nuestro tiempo a una serie de reuniones religiosas, trabajos organizados de evangelización, etcétera. Estas actividades son parte de la vida del discípulo, pero lo que Dios exige es que “todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor, y no para los hombres” (Colosenses 3:23). El contexto de esta declaración es una serie de responsabilidades cristianas, incluyendo el empleo o el negocio de uno. El discípulo verdadero funciona bajo la guía de Dios en su hogar, en su profesión, en su recreo – y todo lo dedica a Dios – lo hace todo como para el Señor – al grado que le sea posible, lo hace de tal manera que Dios es honrado, que otras personas vean a Cristo en sus labores, que exprese el amor, la verdad, la fe en toda oportunidad. En resumen, que su vida entera – su propio cuerpo – sea un culto continuo – un sacrificio vivo para la gloria de Dios (Romanos 12:1). El discípulo de Cristo se esmera en su preparación profesional o laboral y en el desarrollo de su profesión para que sea lo más útil posible en las manos de Cristo. El plan de Dios no es que todos, o aún la mayoría, de los seguidores de Cristo abandonen la profesión secular sino que lleven a Cristo y Su Palabra al ejercicio de la profesión.