Pregunta:
¿Qué significa romanos 13.1-7?
Respuesta:
La Sumisión a los Gobernantes
Romanos 13:1-7
Introducción
El cristiano, como ciudadano, tiene que enfrentar un creciente número de actitudes, filosofías y doctrinas religiosas en cuanto a su deber a las autoridades civiles de su país. Nos toca a todos responder de una u otra manera a las leyes y las autoridades civiles. Aunque no le toca a la iglesia del Señor meterse en asuntos políticos, es necesario saber lo que la Biblia enseña en cuanto a nuestra responsabilidad a los gobernantes y las leyes del país. Algunos religiosos enseñan que todos los gobiernos de la tierra son de Satanás y que son sus instrumentos para la maldad. Por cuanto, dicen estos, debemos oponerlos y desistir de honrarlos de cualquier manera. Esta doctrina es tan antipatriótica que exige la abstención del saludo a la bandera y otros actos cívicos. Como veremos en nuestro estudio, no hay fundamento bíblico para esta enseñanza.
Debe quedar claro que no estoy defendiendo ni atacando a ningún partido político en ningún país. No estoy interesado en propagar ninguna filosofía política sino en propagar las enseñanzas bíblicas que instruyen al cristiano en cuanto a cómo debe comportarse ante el gobierno que esté en poder en su país, estado, ciudad o aldea. Sus convicciones políticas no son el tema bajo estudio sino sus acciones cristianas como ciudadanos responsables ante Dios. Cuando Pablo escribió la carta a los romanos, ellos vivían bajo el dominio de un emperador, o sea un dictador. Pero él no se opuso a la política del emperador como tampoco a la de los enemigos del emperador. Sencillamente envió instrucciones inspiradas sobre el deber del cristiano hacia los gobernantes civiles de su tiempo.
ASométase@
En síntesis la enseñanza es: Sométase. El deber del cristiano es someterse a los gobernantes y a las leyes del país en el cual está radicando. El cristiano debe hacerlo todo legalmente. Sus acciones en el negocio, en el hogar, en todo cuanto hace, deben estar de acuerdo con las leyes dictadas por las autoridades superiores del país. Si el cristiano se traslada a otro país, debe hacerlo de acuerdo con las leyes migratorias de aquel país. Muchos suponen que estas leyes no son importantes, pero Dios dice que debemos obedecerlas aún cuando implican dificultades personales para nosotros. Por ejemplo, si la ley del país exige cierta ceremonia civil para que el matrimonio sea lícito o legal, el cristiano debe obedecer esta ley. Las Escrituras inspiradas enseñan que todo, sí todo lo que hacemos, debemos hacerlo legalmente. Si negociamos, debemos negociar dentro de los límites de la ley. Si protestamos, debemos protestar dentro de los límites de la ley. Si manejamos un vehículo, lo debemos manejar dentro de los límites de la ley. Tal es la voluntad de Dios. Sométase toda persona a las autoridades superiores (Romanos 13:1). Esto no quiere decir que vamos a obedecer solamente cuando estamos de acuerdo con determinada ley. Esto no es obediencia. Obedecemos cuando cumplimos aunque no sea cómodo o fácil para nosotros personalmente.
Por supuesto, hay límites. Cuando la ley o el gobernante exige algo que esté en contra de la Palabra de Dios, el cristiano tiene que desobedecer a los hombres. Tenemos el ejemplo claro de la Palabra de Dios en Hechos 5:28,29 : A)No os mandamos estrictamente que no enseñaseis en ese nombre? Y ahora habéis llenado a Jerusalén de vuestra doctrina, y queréis echar sobre nosotros la sangre de ese hombre. Respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: ES NECESARIO OBEDECER A DIOS ANTES QUE A LOS HOMBRES@. Cuando algún mandamiento civil nos manda hacer algo que no esté de acuerdo con las enseñanzas y normas del Nuevo Testamento, el cristiano tiene el deber (no solamente el derecho sino el deber) de rechazar tal orden y hacer lo que Dios nos manda en Su Palabra en vez de obedecer a los hombres. Obediencia a una orden de alguna autoridad gubernamental no es excusa para cometer alguna maldad. El cristiano debe ser guiado por la ley de Dios primero y después por la ley de los hombres. (Vea también Éxodo 1:17; Daniel 3:1-30; 6:1-28). Si el poner primero a Dios resulta en la persecución o el maltrato del cristiano, éste debe recordar las palabras del apóstol Pedro: AAsí que, ninguno de vosotros padezca como homicida, o ladrón, o malhecho, o por entremeterse en lo ajeno; pero si alguno padece como cristiano, no se avergüence, sino glorifique a Dios por ello@ (I Pedro 4:15,16).
Pero este es el único límite y la única restricción en la obediencia que el cristiano debe rendir a los gobernantes civiles. Diferencia de opinión o de filosofía política no es causa justa para desobedecer las leyes del país. El hecho que un gobierno, un gobernante o una ley sea injusto no justifica que el cristiano sea desobediente. Si no se le exige algo que lo lleva al pecado personal, el hijo de Dios tiene que seguir el mandamiento divino: Sométase toda persona a las autoridades superiores. El cristiano debe respetar la ley y obedecerla en todo, siempre y cuando no cometa pecado contra Dios por obedecer la ley terrenal.
El motivo de este respeto y esta obediencia a las leyes y las autoridades terrenales es que no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas (Romanos 13:1). Aún Cristo Jesús, cuando anduvo aquí en la tierra, reconoció el origen divino de la autoridad de los gobernantes que tenían el poder en aquel tiempo. En Juan 19:10,11 encontramos un diálogo entre Cristo y Pilato, el representante del emperador romano en la región de Judea: AEntonces le dijo Pilato: )A mí no me hablas? )No sabes que tengo autoridad para crucificarte, y que tengo autoridad para soltarte? Respondió Jesús: Ninguna autoridad tendrías contra mí, si no te fuese dada de arriba; por tanto, el que a ti me ha entregado, mayor pecado tiene.@
)Gobiernos Perversos Establecidos Por Dios?
Una pregunta que surge tiene que ver con los gobiernos inicuos e injustos. )Está diciendo el apóstol Pablo que Dios aprueba y establece a gobernantes malvados? Aún el gobierno romano perseguía al pueblo de Dios y Pablo mismo sufrió a sus manos. )Son de Dios los gobiernos modernos, muchos de los cuales claramente son inicuos? )Está Dios aprobando las injusticias y la inmoralidad que caracterizan a muchos de estos gobiernos actuales?
La Biblia enseña claramente que hubo en el pasado algunos gobiernos que eran dominados por hombres inicuos y crueles, pero que, sin embargo, fueron ordenados y permitidos por Dios. En el libro de Daniel encontramos al rey babilónico llamado Nabucodonosor. Este hombre fue el que sitió a Jerusalén y lo destruyó y luego llevó a los judíos, el pueblo de Dios, en cautividad a Babilonia. Fue un gobernante cruel y ciertamente no tenía ningún respeto para Dios ni mucho menos para Su pueblo. Sin embargo la Biblia nos revela que Dios le ayudó a entender que su autoridad provino de Dios Mismo. En Daniel 4:17,25 encontramos la sentencia pronunciada sobre este rey de parte de Dios: ALa sentencia es por decreto de los vigilantes, y por dicho de los santos la resolución, para que conozcan los vivientes que el Altísimo gobierna el reino de los hombres, y que a quien él quiere lo da, y constituye sobre él al más bajo de los hombres … que te echarán de entre los hombres, y con las bestias del campo será tu morada, y con hierba del campo te apacentarán como a los bueyes, y con el rocío del cielo serás bañado; y siete tiempos pasarán sobre ti, hasta que conozcas que el Altísimo tiene dominio en el reino de los hombres, y que lo da a quien él quiere@ (Daniel 4:17,25). Sepamos nosotros, sin lugar a dudas, que Dios es el único que da el reino a los hombres. Ninguno lo puede tomar a menos que Dios se lo permita. Y si Dios decide dar el poder a un hombre inicuo, el Todopoderoso ha de tener algún propósito en mente. Dios bien puede tolerar la maldad de un gobernante sin aprobar su pecado. El gobernante que actúa injustamente será juzgado y castigado por Dios en el fin, pero, mientras tanto, ha recibido autoridad de Dios para algún propósito que, muchas veces, nosotros no podemos saber o entender. Fue precisamente esto lo que Dios quería que Nabucodonosor reconociera. En el Nuevo Testamento encontramos otro ejemplo en Pilato, un hombre de carácter débil. Pilato bien sabía que Jesucristo era inocente, pero no tuvo el valor suficiente para ser justo. De él dijo Cristo: Aninguna autoridad tendrías contra mí, si no te fuere dada de arriba@ (Juan 19:11). Por cuanto, si Dios ha dado la autoridad y el gobierno a hombres inicuos en el pasado, no hay razón por qué dudar que lo sigue haciendo cuando está de acuerdo con Su propósito eterno.
Aunque no podemos saber todas las razones por las cuales Dios permite gobierno injustos y crueles, las Escrituras nos revelan que a veces Dios levanta tales autoridades para castigar a otros pueblos rebeldes y para mostrar Su poder divino. Faraón, el rey de Egipto en el tiempo de Moisés es ejemplo de esta verdad. APorque la Escritura dice a Faraón: Para esto mismo te he levantado para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado por toda la tierra@ (Romanos 9:17). Fíjese bien que fue Dios quien levantó al Faraón de Egipto. Y lo hizo, a pesar de su corazón duro y la persecución que resultó para el pueblo de Dios, para que por medio de Faraón fuese mostrado el poder de Dios y Su nombre fuese anunciado por toda la tierra. Cientos de años después el pueblo de Dios fue perseguido por otra nación perversa, la de Asiria. Y otra vez las Escrituras nos aclaran que esa nación inicua encabezada por un hombre soberbio fue levantada y empleada por Jehová Dios. Dios dice: AOh Asiria, vara y báculo de mi furor, en su mano he puesto mi ira. Le mandaré contra una nación pérfida, y sobre el pueblo de mi ira le enviaré, para que quite despojos, y arrebate presa, y lo ponga para ser hollado como lodo de las calles@ (Isaías 10:5,6). Esta era la realidad del poder de Asiria en aquel tiempo; Jehová estaba al mando. Asiria fue nada más una vara de castigo en la mano de Dios. Claro está que ni esa nación perversa ni su rey terrenal pensaban servir el propósito de Dios. AAunque él no lo pensará así, ni su corazón lo imaginará de esta manera, sino que su pensamiento será desarraigar y cortar naciones no pocas@ (Isaías 10:7). El pensamiento de ese rey asirio era conquistar, destruir y cautivar. El pensaba que sus victorias eran debidas al poder de su propia mano. APorque dijo: Con el poder de mi mano lo he hecho, y con mi sabiduría, porque he sido prudente; quité los territorios de los pueblos, y saqueé sus tesoros, y derribé como valientes a los que estaban sentados: (Isaías 10:13). Aún pensaba ser más fuerte que los Adioses@ de Jerusalén, o sea que pensaba derribar a Jehová Dios. AComo halló mi mano los reinos de los ídolos, siendo sus imágenes más que las de Jerusalén y de Samaria; como hice a Samaria y a sus ídolos, )no haré también así a Jerusalén y a sus ídolos?@ (Isaías 10:10,11). Sin embargo, a pesar de toda su soberbia y su crueldad, el rey de Asiria fue levantado y puesto en poder por Dios. Y fue un instrumento de Dios para cumplir Su santa voluntad aunque no pensaba así, de la misma manera que lo fue el Faraón de Egipto. E igual a aquel, cuando había terminado de servir al propósito de Dios, Dios castigó su soberbia y dureza de corazón. APero acontecerá que después que el Señor haya acabado toda su obra en el monte de Sión y en Jerusalén, castigará el fruto de la soberbia del corazón del rey de Asiria, y la gloria de la altivez de sus ojos@ (Isaías 10:12). Y lo hizo varios años después por medio de otra nación perversa, que a pesar de su perversidad sirvió al propósito de Dios en Su maravillosa obra entre las naciones.
No hay gobernante que llegue al mando sin el permiso de Dios. Dios tolera y emplea hasta la maldad de los hombres para llevar a cabo Su plan sabio que desde la eternidad está en proceso. El deber del cristiano es someterse a las autoridades que Dios ha establecido. El cristiano puede y debe vivir fiel a Dios bajo cualquier forma de gobierno. No nos toca a nosotros decidir si el gobierno o el gobernante merece nuestra obediencia o no. No debemos obedecer solamente a los que están de acuerdo con nuestra filosofía política personal sino a toda autoridad.
Todo gobierno está establecido para evitar la anarquía porque la anarquía destruye todo y a todos, aún la fibra moral del pueblo. Así que Dios ha establecido autoridades que guardan el orden y Dios Mismo condena la oposición y la destrucción de estos gobiernos. De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste (Romanos 13:2). Si hay injusticias que pueden ser corregidas por medios legítimos, el cristiano tiene el deber de ayudar para este fin. En realidad la mejor obra que nosotros podemos hacer para mejorar la nación es poner en práctica los principios cristianos que el Señor Jesucristo nos ha enseñado en Su Palabra y propagar estas enseñanzas justas y verdaderas a toda la gente. Aquel que enseña y practica la Palabra de Dios es el mejor ciudadano bajo cualquier sistema político y hace más que todos los políticos y todas las reformas para ayudar al pueblo. Y lo hace todo en sujeción a las autoridades civiles que estén en poder. Recordemos que el evangelio, no algún sistema político, es el poder de Dios para la salvación de todos. El gobierno tiene propósitos muy importantes, pero son diferentes al propósito de la iglesia.
Propósitos Divinos Para Gobernantes Humanos
Dios tiene Su propósito en establecer autoridades civiles. Porque los magistrados no están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo. )Quieres, pues, no temer la autoridad? Haz lo bueno y tendrás alabanza de ella; porque es servidor de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, teme; porque no en vano lleva la espada, pues es servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo (Romanos 13:3,4). Tanto el pueblo como también los gobernantes deben estar al tanto de estos propósitos divinos para el gobierno de una nación.
El primer propósito por el cual Dios establece autoridades civiles es para el bien del pueblo. Para proteger los derechos de la persona, la propiedad y la libertad que cada individuo debe tener. Si algún gobierno no sirve este propósito como debe, tendrá que responder a Dios Mismo. Nuestros gobernantes deben reconocer que no han recibido el poder para abusar de él y aprovecharlo para su propio progreso económico y egoísta. Lo han recibido para funcionar para el bienestar del pueblo. El gobernante que abusa del poder que Dios ha encomendado en sus manos tendrá que rendir cuentas a Dios por ese abuso. No debe sentirse orgulloso por la autoridad que tiene ni abusar del pueblo que gobierna porque la realidad es que es servidor de Dios para nuestro bien. Todo oficial del gobierno, desde el alto mando hasta el más bajo debe reconocer que es responsable al Rey de reyes y Señor de señores por la manera en que lleva a cabo sus funciones como autoridad gubernamental. Algunos gobiernos, como ya estudiamos en el caso de Asiria y Egipto, no desean servir a Dios, pero Dios los convierte en servidores Suyos de todas maneras. Pero tales gobernantes rebeldes y perversos reciben de Dios su castigo y derrota. Así que el lema de todo gobierno debe ser: Aservir a Dios y al pueblo@ según su capacidad. Así merecerá la bendición de Dios y la honra de sus compatriotas y habrá cumplido con uno de los propósito básicos de su existencia como autoridad superior.
El siguiente propósito que Dios tiene para los gobiernos es la venganza o sea el castigo del malhechor. Según la Palabra de Dios, el gobierno tiene el derecho de castigar justamente al que hace algún mal contra la sociedad. Para que un gobierno pueda servir para el bien del pueblo, es necesario proteger al pueblo de aquellos que abusan de los derechos de cada ciudadano y de la nación en general. Los transgresores de las leyes deben ser castigados. Por supuesto, no se trata de un castigo injusto sino uno que está de acuerdo con el delito cometido. Este es un método eficaz para prevenir al crimen. Los legisladores y especialistas modernos que niegan este principio necesitan leer su Biblia otra vez porque Dios siempre ha mandado el castigo justo del infractor. Es justo y es la mejor forma de desanimar a aquellos degenerados que desean destruir la paz y tranquilidad de la nación. Dios ha establecido a las autoridades superiores para castigar a los malhechores como parte de su plan divino para la humanidad.
Parte de la función de los magistrados es infundir temor al malo (Romanos 13:3). También funciona como vengador para castigar con la espada al que hace lo malo (Romanos 13:4). Este último texto claramente señala que, en algunos casos, se trata de algo más que solamente echar en la cárcel. A veces incluye un castigo físico, aparentemente incluyendo la pena de muerte.
Además, hay que recordar que la ley de Moisés no fue solamente una ley con función espiritual sino también sirvió como la ley CIVIL de la nación de Israel. Y bajo la ley de Moisés Dios ordenó la pena de muerte como el castigo por varios delitos: Números 35:16-21,30-33; Levítico 20:10; Deuteronomio 22:24; Levítico 18:22; 20:13; Deuteronomio 22:21-25 son algunos de los textos que presentan esta enseñanza. Si aceptamos que la ley era santa (Romanos 7:12) y en cuanto a ley civil se refiere – perfecta (recordando que la debilidad de la ley era la carne nuestra – Romanos 8:3), creo que bien puede servir como modelo para cualquier nación que desea tener la mejor ley civil posible, incluyendo la pena de muerte por ciertos delitos. Esto claramente NO era lo que Dios estaba prohibiendo cuando dijo: “No matarás”. El mandamiento de no matar NO prohibió que la ley aplicara la pena de muerte como castigo legal sino que el individuo decidiera quitar la vida de otra persona.
Por supuesto, algunos dirán que en el Nuevo Pacto todo esto cambia. Y es cierto que ya no estamos bajo la ley de Moisés. También es cierto que el pueblo de Dios no es una nación con territorio nacional sino un pueblo internacional. También es cierto que UNO no debe vengarse personalmente por daños sufridos. No obstante, la enseñanza de Romanos 13 sí es aplicable a nosotros. El gobierno civil sí puede y debe ser instrumento de Dios para justicia y aún para castigo o venganza contra los malhechores en determinada sociedad.
Por Causa de la Conciencia
Como todo ser humano, el cristiano definitivamente querrá evitar el castigo que resulta de la desobediencia a las leyes establecidas en su respectivo país. Pero para el cristiano, hay otro motivo por el cual se sujeta a los gobernantes: por causa de la conciencia (Romanos 13:5). El cristiano reconoce que los gobernantes son servidores de Dios (Romanos 13:6). Sujetarse a la ley civil no es opcional para el cristiano fiel. Es parte de su obediencia a Dios (Romanos 13:2; I Pedro 2:13-15). No hacerlo es pecar contra Dios.
Los Impuestos
Como resultado de la necesidad de tener gobernantes, leyes y gobiernos organizados, existe también la necesidad de los tributos e impuestos que cada ciudadano debe pagar. Por esto enseñó Cristo: ADad, pues, a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios@ (Mateo 22:21). Por esto pagáis también los tributos, porque son servidores de Dios que atienden continuamente a esto mismo. Pagad a todos lo que debéis: al que tributo, tributo; al que impuesto, impuesto (Romanos 13:6,7). Nuestro deber es pagar los impuestos. Es el deber del gobierno usar estos fondos correctamente para el beneficio del pueblo. Si no lo hace, será Dios quien le castigará. Pero nosotros no tenemos el derecho de dejar de pagar los impuestos sencillamente porque no aprobamos el gobierno que está en poder. Si tal fue el caso bajo el gobierno romano que perseguía a la iglesia de Dios, cuánto más hoy día.
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