Pregunta:
¿Cómo puedo vencer el nerviosismo antes de predicar o enseñar?
Respuesta:
Hay dos clases de “nervios” que tienen que ver con esta situación:
(1) La tensión que siente uno por la gran responsabilidad que es el ser portavoz del mensaje de Dios. Esta es buena porque es importante que tomemos muy en serio esta responsabilidad. Esto es lo que nos mueve más a prepararnos bien y estar seguros que llevamos algo que sea voluntad de Dios y que sea de beneficio para los oyentes. Esta misma tensión nos da energía y confianza en el momento de la exposición.
(2) El nerviosismo que resulta principalmente de estar enfocado en lo que los demás pensarán de mi exposición o de mí en general. “¿Qué pasará si se me olvida algo?” o “si me equivoco en algo”, etcétera. La solución está en volver el enfoque al mensaje que presenta, la obra de Dios por medio de uno (a pesar de mis debilidades y fallas), y la meta que tengo. ¿La meta? No es impresionar. No es entretener. No es que mis palabras o modo sean perfectos. Es que el mensaje sea de beneficio para los oyentes y que Dios sea glorificado. Si esto se logra, lo demás es de poca importancia. Cuando estoy convencido que traigo algo conforme a la Palabra de Dios y que trae verdadero beneficio para los oyentes, se me calman los nervios y me entra confianza y energía. En esto hay que enfocarse, hermana. Pruébelo y creo que se dará cuenta que ayuda mucho. Pueda que tiemble un poco. ¿Y qué? ¿Acaso aquellos que escuchan no temblarían también? Lea 1 Corintios 2:1-5, por favor.