Romanos 9:14-21

Pregunta: ¿Qué dice la Biblia acerca de la predestinación en Romanos 9:14-21?

Respuesta:

Romanos 9:14-21 La Soberanía de Dios

"A Jacob amé, mas a Esaú aborrecí", dijo el Señor Jehová. ¿Por qué? ¿Porque Jacob era bueno y Esaú malo? No. Porque Dios así decidió. Lo decidió antes que hubiesen hecho aún ni bien ni mal, antes que hubiesen aún nacido. ¿Hay injusticia en Dios? EN NINGUNA MANERA. Pero así piensan muchos porque no han considerado bien el caso de Jacob y Esaú, ni han entendido la soberanía de Dios y su relación con la misericordia del Señor.

En Romanos 9:14 en adelante el apóstol Pablo nos presenta una explicación inspirada sobre este tema de tanta importancia que es tan fácil de entender mal. Así que suplico que ponga mucha y cuidadosa atención a lo que la Biblia dice en este texto. Este estudio puede cambiar su actitud entera hacia la voluntad de Dios para su vida y hacia su propia responsabilidad en cuanto a su destino eterno.

La Biblia dice en Romanos 9:14-21, "¿Qué, pues, diremos? ¿Que hay injusticia en Dios? En ninguna manera. Pues a Moisés dice: Tendré misericordia del que yo tenga misericordia, y me compadeceré del que yo me compadezca. Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia. Porque la Escritura dice a Faraón: Para esto mismo te he levantado, para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado por toda la tierra. De manera que de quien quiere, tiene misericordia, y al que quiere endurecer, endurece. Pero me dirás: ¿Por qué, pues, inculpa? porque ¿quién ha resistido a su voluntad? Mas antes, oh hombre, ¿quién eres tú, para que alterques con Dios? ¿Dirá el vaso de barro al que lo formó: ¿Por qué me has hecho así? ¿O no tiene potestad el alfarero sobre el barro para hacer de la misma masa un vaso para honra y otro para deshonra?"

En la última lección consideramos que los que quieren probar por medio del ejemplo de Jacob y Esaú que Dios, antes de nuestro nacimiento, ya decidió salvarnos eternamente o castigarnos eternamente sin darnos la oportunidad de escoger entre la salvación y la perdición, no toman en cuenta el hecho de que la Biblia no está hablando de la salvación ni la perdición eterna de Jacob y Esaú, sino de su puesto como cabeza de la familia de Israel en el linaje de Cristo Jesús. Dios escogió a Jacob para este privilegio y rechazó a Esaú. Y Dios por su soberanía tiene el pleno derecho de hacer esto. En esto no hay ninguna injusticia de parte de Dios, puesto que ninguno de los dos merecían el favor especial de Jehová en este caso. Al contrario de ser ejemplo de la injusticia de Dios, esto sirve como ejemplo de la misericordia del Señor y de su supremo poder en demostrar su misericordia a los hombres que El escoge según su propósito y soberano poder.

He aquí la lección que debemos entender de todo esto: Dios tiene misericordia del que El quiere tener misericordia. En el caso de Jacob, no había nada en Jacob que produjera que Dios le tuviera misericordia, pero Dios así lo decidió. El quiso tener misericordia de Jacob en este sentido y la tuvo sin tomar en cuenta la bondad ni la maldad del hombre, y sin consultar a otro, pues El es soberano. Todo honor que podamos alcanzar, toda bendición que podamos recibir, aún nuestra eterna salvación depende de la misericordia de Dios. No por las obras, sino por el que llama en misericordia y nos invita a participar en los deleites espirituales que El ha preparado en Cristo Jesús. "Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia." La importancia de Jacob no dependía de su propia voluntad de ser grande. Aun nuestra salvación no depende de querer evitar el infierno y, por tanto, de luchar para alcanzar la salvación. Tanto la exaltación de Jacob como nuestra justificación depende de la misericordia de Dios porque sin esta misericordia nada pudiéramos alcanzar. Si Dios no le hubiera tenido misericordia a Jacob, por fuerte que fuese, su anhelo de encabezar una gran nación, especialmente la nación de Dios, no podría haber alcanzado tal meta. Y por mucho que queramos pasar la eternidad en la presencia de Dios, si no fuera por su misericordia, no sería posible.

En el versículo 17 de Romanos 9, encontramos otra ilustración de la soberanía de Dios, y la manera en que Él ejerce Su poder en el cumplimiento de su propósito eterno para el hombre. En este caso tenemos a Faraón. "Porque la Escritura dice a Faraón: Para esto mismo te he levantado, para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado por toda la tierra. Usted recordará en la historia del pueblo de Dios que cuando estaban en Egipto, Dios decidió librarlos de esa esclavitud tan pesada en que estaban. Por medio de Moisés y Aarón, Dios trató de convencer al rey de Egipto, el Faraón, que debía de dejar que su pueblo se fuera de allí. Pero viendo que Faraón no quiso, Dios trajo diez plagas sobre la tierra de Egipto en un esfuerzo por convencerle a Faraón y luego para castigar su rebeldía y falta de misericordia para con Israel. Pero en vez de ablandar el corazón de Faraón, lo endureció más y al fin Dios intervino milagrosamente para librar a su pueblo de los egipcios, ayudándoles a pasar en medio del Mar Rojo y luego matando a los egipcios en el mismo mar. Lo que Faraón no había entendido era el propósito de Dios que era demostrar su misericordia a Israel y al mismo tiempo demostrar Su poder al mundo entero. Así fue que Dios usó de la mala voluntad de Faraón para cumplir con Su propio propósito divino.

Otra vez, algunos encuentran muchas dificultades en esta historia. Piensan que Dios hizo que Faraón tuviera un carácter malvado y que luego le castigó por ser así. Piensan que Dios ejerció su poder irresistible e hizo que Faraón resistiera Su voluntad. Suponen que si Dios le hubiera dejado, Faraón podría haber obedecido la voz de Dios. Pero suponen ellos lo que la Biblia no dice. En verdad ella dice al contrario. Primeramente, nuestro texto en Romanos no dice que Dios levantó a Faraón para que fuese malvado. No dice que Dios le dio desde nacimiento un carácter desobediente y rebelde. Simplemente dice que Dios puso a este hombre en una posición de autoridad en la tierra de Egipto en un tiempo que ayudaba en el cumplimiento del propósito de Dios de llevar a su pueblo a la tierra de Canaán. Faraón ya había formado su propio carácter. Dios viendo de antemano el carácter del hombre, un hombre soberbio y duro de corazón, decidió que serviría bien a Su propósito aún en su desobediencia. Pero Dios no hizo que fuera malo. Aun cuando la Biblia en Éxodo nos enseña que Dios endureció el corazón de Faraón, era después que Faraón había endurecido su propio corazón.

Por su importancia, vamos a leer varios versículos en Éxodo, que ilustran lo que venimos diciendo. La primera respuesta de Faraón en Éxodo 5:2 ya demuestra su actitud mucho antes que la Biblia declara que Dios le empezó a endurecer su corazón. El texto dice en Éxodo 5:2, "Y Faraón respondió: ¿Quién es Jehová, para que yo oiga su voz y deje ir a Israel? Yo no conozco a Jehová, ni tampoco dejaré ir a Israel." Luego nos dice específicamente que se endureció su corazón. En Éxodo 7:13 la Biblia dice, "Y el corazón de Faraón se endureció." Puede leer lo mismo en Éxodo 7:22; 8:15; 8:19; y 9:7. Es hasta después que Faraón había endurecido su corazón 5 veces que la Biblia dice en Éxodo 9:12, "Pero Jehová endureció el corazón de Faraón, y no los oyó." Al contrario de condenar a Faraón contra su voluntad, Jehová hizo hasta mucho para traerle al arrepentimiento, pero el hombre no quiso. Pero viendo la dureza del hombre, Dios siempre demostró Su gran poder y soberanía haciendo que él sirviera el propósito de Jehová aunque no por medio de la obediencia. Y al mismo tiempo Dios es glorificado y exaltado por la manera en que tuvo misericordia por el sufrimiento de Israel. Este es el significado del versículo 18 de Romanos 9 que dice, "De manera que de quien quiere, tiene misericordia, y al que quiere endurecer, endurece." Y precisamente es en este punto que vemos la aplicación del tema de esta carta de Pablo a los romanos.

El tema de la carta a los romanos es la justificación por medio de la fe aparte de las obras de la ley. Y en esta sección que estamos estudiando, el apóstol Pablo está probando que no hay ninguna contradicción entre la justificación por fe y la promesa de Dios a los israelitas. Dios, dice el apóstol Pablo, tiene el derecho de tener misericordia de quien El quiere y cómo El quiere. Y tiene el derecho de endurecer al hombre incrédulo en la manera que Él quiere. Si es la voluntad de Dios justificar a todos los que tienen fe en Cristo Jesús, Él tiene el derecho. Y si esta doctrina de justificación por fe aparte de la ley es una piedra de tropiezo para el judío y así se endurece, no debe quejarse que Dios no sea justo. Pues, Dios tiene el derecho de hacer lo que quiere hacer. Y la verdad es que Dios quiere tener misericordia del creyente y quiere endurecer al que no acepta Su palabra en el evangelio de Cristo Jesús.

Ahora, Pablo reconoce que alguien pueda decir que Dios no debe inculpar al hombre por ser de naturaleza incrédula. Pero por medio del Espíritu Santo, Pablo dice a tal individuo que debe callarse porque no tiene el derecho de altercar con el Dios Soberano, Creador de la tierra y todo lo que está en ella. "¿Dirá el vaso de barro al que lo formó: ¿Por qué me has hecho así? ¿O tiene potestad el alfarero sobre el barro, para hacer de la misma masa un vaso para honra y otro para deshonra?" (Romanos 9:20,21). Claro que Dios tiene este poder sobre nosotros y es Su voluntad hacer del CREYENTE un vaso para HONRA y del INCREDULO un vaso para DESHONRA. ¿Cuál será usted? Usted mismo tendrá que decidir. Todo depende de su fe en la Palabra de Dios o su incredulidad en ella. Obedezca al sencillo evangelio de Cristo, el poder de Dios para salvar al hombre. Lo puede hacer simplemente por creer de todo corazón que Cristo es el Hijo de Dios, y que le puede salvar; por confesar esta fe públicamente; por arrepentirse de sus pecados; y por ser bautizado para recibir el perdón de sus pecados. Así recibirá la misericordia del Señor.