PREGUNTA:
¿Cómo o de qué forma debemos nosotros como varones lavar a nuestras mujeres de la manera como Cristo lo hizo con Su iglesia? (Efesios 5:25-27)
RESPUESTA:
(1) Si analizamos con cuidado lo que el Espíritu Santo ordena directamente a los maridos en Efesios 5:25-27 es: "amad a vuestras mujeres así como Cristo amó a la iglesia."
(2) Luego describe cómo Cristo amó a la iglesia o la manifestación de Su amor a la iglesia: "y se entregó a sí mismo por ella".
(3) Es obvio que el marido que ama a su esposa como Cristo amó a la iglesia estará dispuesto a morir en lugar de la esposa si fuera necesario, pero igualmente evidente es que esto no es lo que normalmente sucede. Podemos decir con aplomo, no obstante, que el marido que ama a su esposa como Cristo amó a la iglesia se negará a sí mismo por ella. Buscará el bien de ella antes del suyo propio.
(4) Lo que encontramos expresado en Efesios 5:26,27 es la meta que Jesucristo tuvo por medio de Su muerte – Su sacrificio de amor por la iglesia: "para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante sino que fuese santa y sin mancha."
(5) El marido no tiene esta misma función literal (así como no muere para lograr la salvación de su esposa). No obstante, en cierto sentido, el marido cristiano expresa su amor hacia la esposa por hacer lo que está dentro de su poder de colaborar con Cristo para la santificación de ella. El marido no puede "lavar" su esposa porque solamente la sangre de Jesucristo lava los pecados. Pero sí puede compartir la Palabra de Dios con ella, animarla en su servicio a Dios, orar por su crecimiento espiritual y la santificación de su vida, y serle ejemplo de una vida santa y consagrada. Todo esto es una expresión del amor del marido por su esposa y es una aplicación práctica de amarla "así como Cristo amó a la iglesia".