Pregunta:
¿Solamente Dios puede hacer juicio o también los hombres? Hay hermanos que dicen que el predicador no puede juzgar sino que ellos le darán cuenta a Dios.
Respuesta:
Es cierto que todos daremos cuenta a Dios en el día final (2 Corintios 5:10,11; Romanos 14:10-13). Me imagino que Romanos 14:10-13 ha de ser uno de los textos bíblicos que tienen en mente al declarar que otro hombre no nos debe juzgar. Antes de entrar en más detalle, hay que notar que el contexto de este texto tiene que ver con “opiniones” (Romanos 14:1). En este contexto “nada es inmundo en sí” (Romanos 14:14). Esto claramente no es cierto cuando se trata de las obras de la carne (Gálatas 5:19-21) o doctrinas contrarias a la doctrina de Cristo (2 Juan 9-11).
Si por “juzgar” quiere decir que el predicador no tiene la autoridad para condenarlo al infierno y así decidir su destino eterno, tiene la razón. Solamente Dios conoce lo que hay en el hombre y Él juzgará hasta los secretos del corazón en el día final conforme al evangelio de Cristo (Romanos 2:16). Si por “juzgar” quiere decir que el predicador no tiene la autoridad para decidir por sí solo quitarlo de la comunión de la iglesia, tiene la razón. Esto es decisión de la iglesia fundamentada en lo que Dios Mismo ha ordenado y es algo que aún ella misma no debe hacer hasta completar el proceso establecido por Dios y con el espíritu de mansedumbre y amor y con el propósito de restaurar, no de condenar.
No obstante, el evangelista debe enseñar, corregir y redargüir conforme a la Palabra de Dios con amabilidad, mansedumbre y paciencia (2 Timoteo 4:2,3; 3:16,17; Tito 1:13; 2:15; 2 Timoteo 2:24-26). Le animo a leer con cuidado cada uno de estos textos bíblicos y notar la seriedad y el peso de la responsabilidad del predicador.
Además, Dios Mismo ha ordenado que los espirituales en Su iglesia hagan todo lo posible por restaurar a un hermano que haya sido sorprendido en alguna falta (Gálatas 6:1). Si por “juzgar” quiere decir que otros cristianos no pueden reconocer la práctica del pecado en su vida e intentar llevarlo al arrepentimiento, claramente se equivoca. Dios también ha ordenado que, si uno hermano se rebela contra Dios y no responde a los esfuerzos de sus hermanos en Cristo de restaurarlo, llegará el momento en que la iglesia misma con tristeza lo debe “juzgar” y “quitar” de la comunión de la iglesia (Mateo 18:15-17; 1 Corintios 5:1-13; vea también Tito 3:10,11 y 2 Tesalonicenses 3:14,15).
Es importante notar también la enseñanza completa de Cristo al mandar: “No juzguéis para que nos seáis juzgados” (Mateo 7:1). Muchos citan este texto sin tomar en cuenta la declaración completa del Señor en los versículos 1 al 5.
(1) Nuestra ACTITUD DE MISERICORDIA al notar, señalar y corregir el error de algún hermano en el Señor decidirá el juicio con el cual seremos nosotros juzgados por Dios (Mateo 7:2; vea, por ejemplo, Mateo 6:14.).
(2) Luego nos advierte contra fijarnos en los pecados del hermano sin PRIMERO FIJARNOS EN LOS NUESTROS: “no echas de ver la viga que está en tu propio ojo…saca primero la viga de tu propio ojo ” (Mateo 7:3,5). Esto concuerda con la exhortación en Gálatas 6:1 de considerarnos a nosotros mismos antes de tratar de restaurar a un hermano que haya sido sorprendido en algún pecado.
(3) La otra verdad que nos revela Jesucristo en Mateo 7 (relacionada con la prohibición de juzgarnos unos a otros) es EL PROPÓSITO por el cual nos fijamos en el pecado de otro cristiano. “¡Hipócrita! Saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien PARA SACAR LA PAJA del ojo de tu hermano” (Mateo 7:5). El propósito NO es condenar al hermano sino AYUDARLO por sacarle “la paja del ojo”. Esto concuerda con el propósito declarado en Gálatas 6:1 (“restauradle”) y en Santiago 5:19,20 (“que haga volver al pecador del error de su camino” y así “salvará de muerte un alma”). Aún en el caso de tener que llegar al extremo de quitarlo de la comunión de la iglesia, el propósito es “que el espíritu sea salvo en el día del Señor” (1 Corintios 5:5).
No, predicadores no deben presumir decidir el destino eterno de sus hermanos. Predicadores no deben presumir tener la autoridad en sí de cortar a algún hermano de la comunión de la iglesia. No obstante, ellos y otros cristianos espirituales tienen la responsabilidad de reconocerlo cuando algún hermano haya caído en la trampa del pecado y hacer todo lo posible por lograr que el hermano también lo reconozca para que sea restaurado. Y en el caso de algún hermano o hermana que no respondiera a la instrucción, la exhortación y la reprensión de hermanos espirituales que con paciencia, mansedumbre, misericordia y amor lo ha tratado de restaurar, llega el momento cuando lo deben cortar de la comunión de la familia de Dios como expresión de amor y con la esperanza que esto la haga volver en sí y volver al Señor.